Confesiones de la mujer tras la autora. CONQUISTARTE. La novela que cambió la vida de Lin Marrod
- linmarrod2020
- 31 ago 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun 2024
Todo comenzó con IRONÍA La Historia de Dana.

A estas alturas, la mayoría de mis lectores sabe el motivo que me obligó a escribir; el mismo por el que, en mis inicios, lo hice desde el anonimato. Soy una de las tantas mujeres que ha experimentado la humillante y traumática experiencia de una violación. Necesité dos años para salir del ciclo de culpa y autodestrucción. Debí buscar ayuda médica, pero no lo hice. Esa situación me costó mi matrimonio de veintiún años, ninguno de los dos superó la prueba. Reconozco que no era sencillo lidiar con una persona que en un mismo día experimentaba apatía, ira, tristeza. No fue su culpa, yo no debí callar, debí contar la verdad, pero no pude hacerlo. Ignoré los signos de depresión. Como siempre, me enfrenté sola a mis problemas. No funcionó esa vez.
Era demasiado independiente, demasiado segura, demasiado confiada, ya no más.
Fue una lección muy dura que cambió mi perspectiva de la vida y lo que realmente importa. Supongo que le pasa a todos los que han visto a la muerte de cerca.
El universo tiene su sistema propio de entrega de mensajería
Mucho antes de que sucediera, ya había tenido sueños sobre el tema. Creo que el universo me dio un aviso que no supe comprender. Cuando viví en el 2019 los peores días de mi vida, esas pesadillas volvieron a mi mente. Recordé que escribí sobre ellas y busqué mis apuntes. Fue así que surgió la saga Marcas del Pasado. Escribir me salvó la vida. Pude exteriorizar lo que me consumía. Mucho de mí quedó en esas novelas. Pude elegir escribir mi experiencia tan cruda y devastadora como fue, pero preferí hacerlo en el género romántico, porque el final feliz es obligatorio.
Soy una soñadora, optimista y romántica empedernida. Me niego a que esa parte de mí se pierda. La experiencia vivida me ha transformado, pero mi esencia sigue ahí, luchando por mantenerse a flote.
Einar Haraldsen le allanó el camino a Dante Sartori.

Ya tenía publicada IRONÍA, la primera novela de la saga Marcas del Pasado, y había esbozado las otras cuatro que la completan. Debí escribir y publicar RENDICIÓN, la próxima en la lista, pero, por una razón que aún no comprendo, Einar, mi vikingo favorito, se apoderó de mi mente. Así surgió la bilogía Amores Vikingos. Esas novelas fueron pensadas como una trilogía, sin embargo, yo no estaba preparada para escribir la cruda historia de Erika, la cual sería el inicio de toda la historia de Einar. Estoy valorando la posibilidad de escribirla en el 2023.
CONQUISTARTE fue el inicio del fin de una etapa que marcó un antes y un después en mi vida.

Entonces… Llegó “CONQUISTARTE”. Surgió en una conversación con mi gemela diabólica. Ella me retó a escribir una novela más chocolate caliente y menos vainilla. Creo que yo estaba lista para dejarme llevar. Escribir Amores Vikingos había equilibrado mis sentimientos, mis cambiantes estados de ánimo. En otras palabras, Einar Haraldsen le allanó el camino a Dante Sartori. Cuando su historia llenó mi mente, no podía imaginar que ese personaje traería un cambio necesario y radical en mi vida.
Después de dos años difíciles, comencé a pensar en frases trilladas como: Nada sucede por casualidad / El amor no se busca, se encuentra / Quien quiera ver el arcoíris, primero deberá soportar la tormenta.
A estas alturas, me queda claro que atraemos lo que deseamos desde lo profundo de nuestra alma. Materializamos lo que vivimos en nuestra mente como si ya fuera nuestro. Viví, sentí, disfruté, cada matiz de este personaje. Hay características de Dante que son el relleno, el gancho, por decirlo de alguna manera. En mi caso, me enfoqué más en lo que toda yo pedía a gritos. Me di gusto escribiendo los matices del hombre que es, en esencia, un protector, el ser humano que comete errores, que se deja llevar por sus emociones, que lucha ferozmente por lo que quiere, que esconde un lado vulnerable tras una fachada de poder. Un hombre que sufre, que teme; que cuando ama se pone por igual el traje de ángel y el de demonio. El tipo de hombre que irrumpe en tu vida y te muestra que no necesitas tiempo, ni espacio. Ese que llegas a temer mirarlo a la cara, porque es capaz de leerte como a un libro.
Y Dante Sartori se materializó en mi realidad.
Mi hijo Teo tiene un grupo de baile con siete amigos, más que amigos, son como hermanos. De hecho, así se llaman unos a otros: hermanos. Daniel, uno de ellos, comenzó a llamarme mamá, y todos lo hicieron. Ellos también contribuyeron a mi paz mental todo el tiempo que necesité para superar la experiencia vivida. Apoyarlos en sus presentaciones me mantenía lejos de pensamientos destructivos.
Cuando publiqué “CONQUISTARTE”, la administradora de uno de los grupos que sigo en Facebook me sugirió que hiciera una promoción audible. La idea me pareció genial. Lo comenté a ¨mis hijos¨ y Daniel me dijo que su papá era, sin dudas, la voz de Dante Sartori.
Mi mente se llenó de imágenes de un hombre enigmático y serio, siempre apartado cuando nos encontrábamos en las presentaciones de los chicos. Cantante de rap y productor musical. Hasta ese día, solo habíamos compartido saludos.
Recordé su voz y reconocí que Daniel tenía total y absoluta razón. Así imaginé la voz de Dante. El problema grave fue la vergüenza. El contenido subido de tono de la novela fue la causa. La primera vez que nos encontramos para hablar del tema me sorprendió un hombre distinto al que esperaba. Después de romper el hielo, y varias sesiones de grabación, la imagen que tenía de él, cambió radicalmente.
A mi Dante no le asustó una mujer divorciada, con mucho equipaje a cuestas y un difícil camino por delante. Él vio lo que únicamente mis perros habían notado. Me acosó hasta sacar a la luz todos mis secretos, fue el bálsamo para una herida abierta que no terminaba de sanar. Descubrí en él todo lo que había soñado, lo que había deseado, mientras lloraba en mis interminables madrugadas de insomnio.

Tuve mucho miedo. Sentí que, a pesar de desear un cambio, no estaba lista. No podía creer que mi salvación estuviera tan cerca, fuera diez años más joven y no precisamente caucásico. No me culpen si mi primer pensamiento fue alejarme. Después de dos años difíciles, no me consideré con la fuerza para el carrusel de emociones que sería aceptarlo. Por supuesto que lo pensé mejor y apelé a la mujer que solía ser. Comprendí que me había ganado el derecho a tomar riesgos, enfrentarme a prejuicios y pasarle por arriba como un tren a los tabúes. ¡GRACIAS A DIOS QUE LO HICE!




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